jueves, 26 de abril de 2012

11º. UN PARÉNTESIS, UNA DESPEDIDA.


Parafraseando a Benedetti,
desearía
-con la ansiedad de una herida en la mente-
alcanzar a olvidar tu muerte,
la muerte,
para seguir esta vida
como un ignorante inmortal,
casi omnipotente.

Pero sólo alcanzo hoy a cerrar tu lucha,
mientras me veo
-obligado- abriendo otra,
que alguna vez fue por ti compartida.

Sólo alcanzo hoy a despedirme
-desde la esquina-
con un nudo en la garganta
y lágrimas en los ojos,
intuyendo tu cuerpo tras el cristal,
tras la madera, sin vida.

Me es imposible ni siquiera rozar aquel deseo,
pues no sería yo sin este vértigo,
sin esta herida,
que sólo se consuela -¿y cicatriza?-
sorteando mi agnóstico pensamiento
mientras imagino
-que al igual que conseguías en vida
la metamorfosis del dolor en mil sonrisas-
convertirás, parafraseando a Benedetti,
la muerte en tu aventura,
en un necesario paréntesis de la vida.
(A María José)